Reportatge de la presentació de “21 maneras de hervir una rana” a Igualada
Opinió de Gemma Jordán a la revista online Haltermag
El pasado verano leí el clásico de Dostoievski, y creí que tardaría en encontrar otro personaje que me hiciera sentir tanta empatía y desazón como el Raskolnikov que protagoniza la novela. Pero entonces compré en ebook la novela del autor indie Rafa Moya, Hormigas en la playa, y ahí estaban Eric y Pau para provocarme,ambos, las dos sensaciones, tan encontradas y diferentes, a la vez, con una historia urbana, intimista, psicológica y negra, que para nada, se prevé ni con el título ni mucho menos con la portada de la obra. Y aquí abro paréntesis para hablar de la importancia de un elemento como la portada de un libro; rebuscando por la red reseñas y opiniones sobre Hormigas en la playa y comentando en Twitter con el autor de la misma y otros escritores, descubrí cómo, a pesar de que a Rafa Moya le gustó la portada y le dio el visto bueno, a muchos potenciales lectores les echó para atrás, y no la leyeron al final. Personalmente, me gustó el estilo de la portada, pero desde luego, no creo que refleje el contenido que hay dentro del libro. Así que un aviso desde ya, no os dejéis influir por ella a la hora de adquirirlo y leerlo, más bien hacedlo por la expectativa de lo que encontraréis dentro.
¿Y qué es lo que encontraremos dentro? Para mí, una suerte de Crimen y castigo moderno, en el que los personajes derivan psicológicamente y arrastran al lector con ellos, tal y como sucede con el protagonista del clásico ruso, hasta la pérdida total de la razón y hasta el sufrimiento resultante de las malas decisiones y la mala conciencia. En este caso, no hay asesinato, lo que hay es la historia de la juventud perdida, de una melancolía muy mal construída y de una obsesión por recuperar momentos y sentimientos que, aunque dejaran huella para siempre en la vida de los protagonistas, fueron en realidad fugaces y ya no volverán. Uno de los personajes, Eric, no ha asumido ese hecho y vive aferrado a la ilusión de resucitar un pasado y perpetuarlo. Tan aferrado vive, que roza y sobrepasa el límite de lo enfermizo. El otro, Pau, se ha resignado al paso del tiempo y el peso de la vida; ha renunciado a todo lo que pudo ser y se limita a tener una vida estable en la que cumplir la papeleta socialmente aceptada. Pero en una cena de antiguos compañeros de instituto, redescubre el pasado en Eric (que con quien está obsesionado es con Pau), y en Ester, la que fuera su amor de juventud y la que más sanamente se adaptó a la vida y a los cambios que en ella hay, a pesar de ser la que más sufrió tras un traumático suceso que rompió la línea vital y la amistad de los tres para siempre, y de cuyos detalles nos vamos enterando poco a poco, a cuentagotas mientras avanza la novela, para ir comprendiendo qué sucedió, qué papel tuvo cada uno de los tres y cómo dicho “suceso” acabó por cambiarles para siempre.
Entre ese suceso del pasado que se desvela al lector poco a poco, y los sucesos del presente orquestados por un Eric cada vez más oscuro y obsesionado por recuperar al antiguo Pau y hacerlo suyo para siempre, se urde una trama psicológica, con Barcelona como marco, que sibilina y lentamente va atrapándonos conforme avanzamos por las páginas, pocas por cierto, de Hormigas en la playa. Lo que parece una sucesión de hechos normales narrados con normalidad, acaba por sumergirnos en un asfixiante juego psicológico retorcido y ambivalente, en el que acabamos por sentirnos tan frustrados, rabiosos y ahogados como los personajes, y en el que vemos cómo su psicología, la de cada uno de ellos, urde por su cuenta una realidad paralela y una complicada trama de engaños y persecuciones que acaban por explotar en un tremendo e inesperado final, donde, creo, reside la clave y la verdadera calidad literaria de esta novela. El ahogamiento narrativo al que Rafa Moya somete al lector en las últimas páginas de su obra y el imprevisible y vertiginoso triple giro con salto mortal que en ellas da, nos dejan descolocados, pero también relamiéndonos en la maravillosa sensación que se queda en el paladar cuando una obra ha tenido la suficiente calidad literaria como para hacerte disfrutar, sin darte cuenta, jugando contigo y con tu psicología, sin darte cuenta. Hormigas en la playa es una obra que, definitivamente, sí hay que leer.
Gemma Jordán en Haltermag
http://haltermag.com/haltermag/hormigas-en-la-playa-un-moderno-crimen-y-castigo/
La primera ressenya en vídeo de Hormigas en la playa i una de les millors, no només perquè és positiva, sinó també perquè comenta gairebé totes les idees que hi ha implícites en la novel·la i d’una forma molt expressiva , emotiva i amena.
…sus personajes son verdaderas joyitas, tan interesantes y complejos que me dejaron con ganas de más. Eric es uno de los personajes más obsesivos y retorcidos que he leído en mi vida, y me alucina…
La biblioteca de Rachel .
Hormigas en la playa nos cuenta la historia de Pau y Eric, dos amigos de la infancia que por motivos ajenos a su amistad tuvieron que elegir caminos totalmente distintos. El problema comienza cuando deciden juntarse, no solo ellos sino todo el grupillo de la época, en una reunión de antiguos alumnos. Tened en cuenta que no se veían desde hace veinte años, por lo que los miedos a la desaprobación y decepción están ahí, latentes. Bueno, y no solo a esa decepción general por acabar como un triste oficinista cuando tenías una prometedora carrera como pintor sino al golpe de realidad que eso conlleva, es decir, miedo a asumir que no has avanzado, que te has estancado en la comodidad de la estabilidad, o esa es la sensación que me transmite Pau, nuestro principal protagonista, el rebelde que acabó siendo un padre de familia encerrado en un trabajo aburrido y casado con una mujer frívola y distante.
Después tenemos a Eric, el rico profesor de literatura quien, a pesar de residir fuera de España, no duda en subirse al primer avión en cuanto se entera de la cena. Quiere saber cómo están sus compañeros, en especial Pau, su mejor amigo y de quien guarda gratos recuerdos.
La reunión transcurre como cualquier otra con sus miles de preguntas y anécdotas graciosas hasta que llega el momento incómodo de la noche, ese en el que te das cuenta de que hay algo que no nos están contando, ¿qué narices ha pasado entre ellos para que sea tan fácil percibir ese “mal rollo”? Resulta que no todos son recuerdos agradables, sino que hay uno que cambió el rumbo de sus vidas y que nos llevará por el camino de la amargura pues Moya –su autor- no nos lo desvelará tan fácilmente, prefiere seguir la estela de la intriga para que poco a poco caigamos en sus red y queramos conocerlo absolutamente todo de sus personajes.
Si me pongo a pensar en la historia a rasgos generales, no nos encontramos con una trama compuesta de miles de giros argumentales o escenas insólitas de película, qué va; sin embargo, su lectura es adictiva gracias a la forma en la que está narrada, sus personajes y su increíble final.
En primer lugar tenemos ante nosotros una novela corta (no llega a las doscientas páginas), escrita en unestilo indirecto libre y con una narrativa sencilla e intimista que esconde mucho más de lo que a simple vista se puede vislumbrar. La trama transcurre en orden cronológico aunque cada cierto tiempo nos intercala un pequeño fragmento de ese misterio del pasado que fue tan significativo para sus vidas.
En segundo lugar, sus personajes son verdaderas joyitas, tan interesantes y complejos que me dejaron con ganas de más. Eric es uno de los personajes más obsesivos y retorcidos que he leído en mi vida, y me alucina.
En tercer lugar, ¡ese final! ¡Ay, lo que una tiene que leer! Me quedé con cara de tonta, realmente impactada.
En conclusión, es un libro que recomiendo por la locura que encierran sus personajes y por el estilo de Moya, quien consigue no solo contar una historia sino que empaticemos con ella gracias, entre otras, a las intervenciones sin avisar de sus personajes en pleno discurso del narrador.
Encantat de que un paisà hagi escrit una bona ressenya de la novel·la.
“Hormigas en la playa” es una novela a la que llego por referencias y sobretodo, por proximidad geográfica con el autor. El motivo que desencadena la historia, un reencuentro de ex-compañeros de clase tras años sin verse, puede parecer algo típico o un recurso poco original, pero creo que sería un grave error estancarse en esa idea. Esta novela engancha, está bien tramada y Rafa Moya te atrapa en la lectura a través de las vidas de sus dos protagonistas principales: Éric y Pau.
Esta breve novela cuenta fundamentalmente la historia de una obsesión. La obsesión de Eric por Pau, un amigo de juventud. Ambos se reencuentran treinta años más tarde de haberse perdido de vista, en una reunión de antiguos alumnos. A partir de ahí, Eric intenta recuperar la relación que tuvieron en el pasado y para ello emprende una supuesta operación de acoso basada en una nostalgia quizá mal planificada.
Para algunos, una historia de amor, para otros un novela de suspense, quizá una novela urbana, oscura, cerrada y para todos una novela impactante.
Fuente: Hormigas en la playa
Al empezar la lectura —en el primer capítulo— tuve la sensación de estar frente a una novela intimista en la que poca cosa iba a pasar. Nada más allá del acto de exprimir las diferentes personalidades y caminos emprendidos en la vida, de cada uno de los ex-compañeros de instituto que se presentan en escena. Por suerte, me equivoqué: a partir del segundo capítulo ya estaba enganchado a la novela. En ese punto temprano, aún no había ocurrido nada de lo que vas descubriendo posteriormente como lector, pero Rafa Moya escribe con un estilo agradecido, que me gusta. La sensación de que siempre tienes algo por descubrir y que vendrá en tan solo unas páginas más, te obliga a coger el libro siempre que tienes ocasión.
Sobre la historia en sí, una vez acabada la novela, decir que está muy bien construida. Abanzas en la trama presente de los personajes principales, mientras vas conociendo todos los detalles de su pasado juntos, sin que esos flashback resulten excesivos en número o extensión. Tampoco se quedan cortos, la justa medida entre explicar lo suficiente y plantar la semilla de intriga. Y en contra de lo que comentaba anteriormente, en esta novela pasan cosas.
Sobre el final: impactante y en mi caso personal, inesperado. Aún le estoy dando vueltas.
Booktrailer de la novela
En definitiva, una novela fresca y de lectura fluida; intrigante y urbana (si queréis), y que si tenéis la posibilidad, deberías leer en pocas sesiones.
Espero leer más cosas de Rafa Moya. Felicidades por esta primera y fantástica novela.
Conclusión: Totalmente recomendable.
El passat dissabte Sant Jordi vaig tenir l’oportunitat de firmar exemplars de la novel.la grècies a la col.laboració d’ABACUS Igualada. Un gran dia per a la meva petita novel.la
“Hormigas en la playa” se ha convertido en una de las novelas indie más reconocida del pasado año 2015. Sitios web literarios tan destacables como “Libros prohibidos” la han catalogado como una de las mejores novelas independientes del año. Hoy es todo un privilegio recibir en “Las mentiras que escribí” a su autor, Rafa Moya.
M.B.Vigo: Bienvenido, Rafa. Es todo un placer poder entrevistarte. Por favor, ponte cómodo.
R.M.: Hola Miriam, el placer es mío, es todo un honor poder conversar contigo.
M.B.Vigo: A finales de junio de 2015 publicabas “Hormigas en la playa” en Amazon. Hoy, echas la vista atrás y… ¿qué ves? ¿Cómo han sido estos meses de promoción? ¿Qué satisfacciones te ha reportado lanzarte a la publicación?
R.M.: Publicar un libro es un acto de altruismo muy importante. Una novela solo la ha podido escribir quien la ha escrito. En mi caso “Hormigas en la Playa” solo la he podido escribir yo, con todas mis ideas, intenciones, con todo mi mundo que he querido mostrar. Lo mismo que tu Marafariña, solo la hubieras podido escribir tú en cualquier mundo posible. Nadie más.
Dar a conocer mi novela, y que alguien la lea y se emocione, piense o simplemente se deje llevar por ella es increíblemente satisfactorio. Por tanto, lo mejor de estos meses, no son las presentaciones, ni siquiera los ejemplares vendidos, ni el marketing, sino saber que alguna persona ha podido captar esa idea o esa emoción que he querido expresar. Unas ideas que surgen de mí, a veces de lo más íntimo y personal y que he querido comunicar y que alguien ha recibido. Que te paren en la calle, y te digan me ha encantado, me ha sorprendido, me ha emocionado, me lo he pasado bien…No es una cuestión de ego, es una cuestión de comunicación, de expresión artística, de querer cautivar al otro, de darlo todo. En este sentido siempre me gusta recordar el poema de Walt Whitman, Oh mi yo, oh vida:
¿Qué de bueno hay en medio de estas
cosas, Oh, mi yo, Oh, vida?
Respuesta
Que estás aquí – que existe la vida y la identidad,
Que prosigue el poderoso drama, y que
puedes contribuir con un verso.
Y yo he intentado contribuir con un pequeño verso: Hormigas en la playa
M.B.Vigo: “Hormigas en la playa” es una novela muy especial. El argumento es diferente a lo que la literatura contemporánea nos tiene acostumbrados. Su narrativa también es ágil, fresca y original. ¿Cómo surge y crece esta obra?
R.M.: Todo surge una noche en la que acudí a una reunión de antiguos alumnos del Instituto de Secundaria dónde estudié. Y lo típico, ¿que habrá sido de aquél?, ¿y del otro?… ¿y de aquél que era un líder? No era una cuestión solo de curiosidad sino que se convirtió en una pregunta profunda que me remitía a otras como ¿Cuál es la mejor época de nuestra vida? O por ejemplo, ¿Quién es verdaderamente una persona? ¿Cuándo era joven? ¿Ahora?, es decir, La Miriam de ahora es la verdadera Miriam o la que expresaba mejor la esencia de Miriam era cuando tenía quince años, o ¿lo será cuando tenga cuarenta? ¿Son personas distintas? Y de todas ellas, ¿cuál expresa mejor a la verdadera persona? Creo que todo el mundo tiene una época en la que se identifica más como persona, muchas veces es la que estamos viviendo pero otras no.
Estas fueron algunas reflexiones iniciales, a partir de ahí se desarrolló la novela.
A nivel técnico o de estilo me ayudó asistir a clases de Novela en la Escuela de Escritura del Ateneo Barcelonés.
M.B.Vigo: Un libro urbano, que trata temas tan interesantes como la obsesión, el perdón, el pasado y la homosexualidad. Mantiene un tono de desencanto, ninguno de los personajes parece haber encontrado su plenitud. ¿Es un reflejo pesimista de la realidad? ¿Es complicado alcanzar cierta felicidad en la vida?
R.M.: Bueno, es posible que sea una novela pesimista. No lo sé. La novela se basa en unos personajes que giran sobre todo en una fuerte nostalgia que provoca una gran melancolía. Es tal la nostalgia que se convierte en obsesión. Y todos tenemos algo de eso, pero no lo llevamos a las últimas consecuencias. De alguna manera la novela intenta comunicar que la felicidad o la plenitud se pueden alcanzar en algunas épocas de la vida, y es esa época la que persiguen los personajes de la novela. En este caso es la juventud. Y aquí también surge la idea del eterno retorno de Nietzsche: Vive como si tuvieras que vivir este instante de forma eterna. Y para los personajes ese instante es la juventud y por tanto el pasado y volverían a vivir el pasado eternamente.
“De alguna manera la novela intenta comunicar que la felicidad o la plenitud se pueden alcanzar en algunas épocas de la vida, y es esa época la que persiguen los personajes de la novela. En este caso es la juventud. Y aquí también surge la idea del eterno retorno de Nietzsche: Vive como si tuvieras que vivir este instante de forma eterna.”
M.B.Vigo: Por un lado tenemos a Pau, el protagonista de la novela, con su vida cómoda pero insulsa. También a Esther, el amor del instituto que dejó ir. Y, por último, a Eric, su mejor amigo de antaño que lo merodea de forma insistente. Al reencontrarse este trío se produce una especie de desbarajuste de realidad. ¿Qué nos puedes contar sobre cada uno de ellos? ¿Cuál es más importante para ti?
R.M.: Mi novela es una novela de personajes complejos en el sentido de que son incoherentes hasta el punto de que al lector le cuesta identificarse con alguno de ellos. Y eso para una novela es muy arriesgado. El lector necesita personajes coherentes y en mi novela no es así, mis personajes son tan incoherentes y complejos como la vida misma, como tú o como yo.
Ester es la más coherente del trío, la más fuerte, la que tiene las ideas más claras, al menos cuando es adulta. Digamos que es el personaje más plano. Pau en principio es el típico cuarentón desencantado de la vida que se encuentra perdido, y Eric para mí es de un gran complejidad, inteligente, obsesivo, enamorado, impulsivo…pero a la vez rebelde, radical…
M.B.Vigo: Eric puede despertar pena, compasión y rabia por partes iguales al lector. Es, tal vez, el personaje más complicado de tu novela. A mí, personalmente, me pareció fascinante. El amor se entremezcla con la obsesión, y sus buenas intenciones pueden verse tintadas por sus intereses personales. La psicología de Eric puede explicar los comportamientos humanos que se repiten constantemente. ¿Crees que existen muchos casos similares al de Eric y Pau?
R.M.: A esto me refería antes cuando decía que mi mayor satisfacción es ver como una lectora puede captar lo que he querido expresar y tú con esta pregunta ya lo dices todo. Pues sí, a pesar de que para mucha gente Eric es el “malo” para mi es el personaje favorito. Me ha costado mucho construirlo y a veces no se ha comprendido del todo. Pero claro, ahí está la gracia de escribir, cada lector ha sentido a Eric de una forma diferente. Para mí, todos tenemos un Eric dentro, pero no nos atrevemos a sacarlo. El motor de Eric es el amor, es un amor absolutamente obsesivo e imposible, pero él es capaz de cualquier cosa por conseguirlo. Me gustaría que el lector cuando acabe el libro reflexionara sobre las últimas intenciones de Eric y quizá se dé cuenta de que son más nobles de lo que parecen. En el fondo el final va en este sentido…En toda relación de amor existe un Eric y un Pau, Eric expresa la pasión, el amor que lo arrasa todo. Pau es el objeto de deseo, en concreto el joven Pau, porque Eric está enamorado del Pau del pasado, no del actual y esto suma todavía más complejidad a la novela. Ya que la obsesión no es solo por una persona, sino por la persona que era, no la que es.
M.B.Vigo: El arte es un punto importante de la obra, muy ligada al alma del argumento. ¿Es también algo vital para ti?
R.M.: Si, es curioso pero esta era mi intención, Toda la novela está impregnada de arte, de hecho hay una idea implícita del arte como liberación y de comprensión del mundo. Eric está enamorado del Pau adolescente y artista. La literatura y el arte cobran una gran importancia para los personajes y sobre todo para Eric.
Además la melancolía que emana la novela es caldo de cultivo para la expresión artística como así sucede.
Para mí, la literatura, el teatro, el cine,…el arte (y la cultura) en general es más que vital. Como he dicho antes, una obra artística es un acto de amor, un acto altruista, un verso en un inmenso drama y se merece un gran respeto.
M.B.Vigo: La homosexualidad de Eric otorga un toque especial a la novela, y ciertas inclinaciones de Pau, podríamos decir. ¿Sería diferente la historia si se tratara de una relación heterosexual? ¿O crees que no es algo a tener en cuenta?
R.M.: Cada punto, cada coma, cada palabra, cada frase y cada idea de mi novela tienen su función, todo está por algo y por tanto el tema de la homosexualidad no es casual. ¿Tener en cuenta? Simplemente es así, y explica algunas situaciones, como que en la juventud Eric no se planteaba su homosexualidad y ahora de adulto, casi diría que le da igual, por otro lado quizá y solo quizá se pueda entender que el amor homosexual en esas circunstancias es más pasional y extremo que uno heterosexual. ¿Sería diferente la historia? Sí, pero de la misma manera que lo sería sí por ejemplo fueran dos mujeres, o si Pau no se hubiera casado con Irene. Pero fíjate que la homosexualidad aparece como un tema menor, es decir, lo verdaderamente complicado es el amor de Eric por el Pau adolescente, eso no quiere decir en absoluto que no haya cierto conflicto interno por culpa de la homosexualidad.
M.B.Vigo: El telón de fondo es la hermosa ciudad de Barcelona. Disfruto especialmente estas creaciones desarrolladas en escenarios conocidos. Esta ambientación urbana, gris y ruidosa crea un halo muy especial. ¿Es Barcelona un escenario elegido al azar? Casi podríamos considerarlo un personaje más…
R.M.: Como en tu Marafariña, El marco, el escenario en cualquier novela es importante. Barcelona es una gran ciudad que en ocasiones se muestra gris como la vida de Pau o mediterránea, nocturna y pasional como las intenciones de Eric. También es una ciudad de artistas, de diseño, de cultura como las vidas de ambos, es un marco ideal paraHormigas en la playa
M.B.Vigo: Detrás de todo escritor, hay una colección de libros que han servido de inspiración. ¿Qué ejemplares podemos encontrar en tu biblioteca personal?
R.M.: Tengo muchos libros y leo de todo, pero para esta ocasión me gustaría remarcar tres novelas que de alguna forma han influido en “Hormigas en la playa” y que recomiendo encarecidamente:
Amor perdurable de Ian MacEwan
El talento de Mr. Ripley de Patricia Highsmith
Jóvenes corazones desolados de Richard Yates
M.B.Vigo: Y, para finalizar, ¿podrías contarnos si estás trabajando en algún proyecto del que puedas adelantarnos algún detalle?
R.M.: Sí, un escritor nunca deja de escribir. Ahora estoy escribiendo cuentos y mi objetivo es hacer un recopilatorio de cuentos sobre el mundo de la empresa. Creo que para septiembre de este año es posible que vuelva a publicar. Son cuentos irónicos, sarcásticos, con humor, muy diferentes al estilo de Hormigas en la Playa. Y después de este proyecto tengo en mente otra novela.
Muchísimas gracias por tu colaboración y por tu tiempo. Te deseo mucho éxito en tu camino… y espero volver a leerte muy pronto.
Gracias a ti Miriam por tu generosidad y tu energía. Suerte también en tus proyectos y recuerda, no dejes de crear versos en este poderoso drama que es la vida.
reseña dejameleerenpaz
Reseña en Déjame leer en paz
“Hormigas en la playa”, por Rafa Moya.
“Hormigas en la playa” es una de ésas historias que uno nunca esperaría encontrar tras su apariencia. Una de ésas a la que llegas por recomendaciones, de oídas, pero a la que quizá nunca habrías llegado por ti mismo. Bajo su aspecto algo anodino, tras un título no demasiado sugerente, uno no espera darse de bruces con una de ésas historias que actúan como espejo de nosotros mismos. Es inevitable encontrarse en la novela de Rafa Moya, en alguno de sus personajes y en sus obsesiones y frustraciones. Algo así como mirarse en un espejo de feria, de los que devuelven la imagen deforme pero reconocible de uno, en este u otro tiempo.
El reencuentro de Eric y Pau, treinta años después de los tiempos de instituto, supone para el primero el retorno a las obsesiones de antaño, a la necesidad de poseer, orquestar, dirigir. La relación de Eric y Pau, que se puede leer como romántica, como platónica o como una simple pasión mal comprendida, no volverá a ser como entonces, a pesar del empeño de Eric.
Un planteamiento mil veces visto, una sinopsis que nos puede llevar a error, porque lo mejor de “Hormigas en la playa” no es lo que cuenta sino cómo lo hace. Es la forma en la que Rafa Moya consigue que la frustración empape cada palabra, el modo en que te causa cierto malestar, una irreconocible incomodidad, porque nos jode que dentro de nosotros haya un poco de sus personajes.
En esa atmósfera sucia, compleja, oscura, tiene mucho que ver la Barcelona que el autor dibuja, alejada de la ciudad cosmopolita y vibrante que vemos desde fuera. La ciudad de Eric y Pau es un lugar gris, aquejado de una superpoblación de seres idénticamente aburridos, habitantes replicantes de un mecanismo mecánico, donde todos se mueven a las horas previstas, saliendo y entrando de soñadas jaulas de oro.
Siempre hay un pero, claro. Siempre hay que tratar de encontrar un pero. Quizá en su desarrollo, la trama es a veces algo irregular, en ocasiones decae el ritmo y uno se asfixia un poquito entre sus páginas. Es cierto también que a veces uno piensa que los recursos de Eric son demasiado sofisticados e inagotables. Todo eso lo piensa uno, como lector, pero se le olvida cuando cierra la última página, tras ése final perturbador, abierto y cerrado a un tiempo, que uno se queda masticando durante días. Un cierre que deja muy buen sabor de boca y eleva la sensación final que queda, dejándote convencido de que has leído una muy buena historia.